La villa de Cotte fue conseguida por Fernando III en el año 1240 mediante un pacto con sus habitantes. El sobrecogedor castillo gótico de Cote fue construido a finales del siglo XIII por orden de Alfonso X, y entregado en 1297 a la orden militar de Alcántara junto con Morón, lo que supuso la creación de una encomienda en la zona. Probablemente la cerca superior o castillo ya existía antes, aunque debió ser reforzada y recrecida después de la revuelta mudéjar de los años 1264-1266.
El castillo de Cote formaba una línea de fortificaciones de la llamada Banda Morisca con las torres de Lopera y el Bollo y con los castillos de Morón, Aguzaderas y el de El Coronil.
Cote viene del latín Acutu, por la forma aguda del monte sobre el que se asienta.
El castillo de Cote formaba una línea de fortificaciones de la llamada Banda Morisca con las torres de Lopera y el Bollo y con los castillos de Morón, Aguzaderas y el de El Coronil.
Cote viene del latín Acutu, por la forma aguda del monte sobre el que se asienta.
El conjunto fortificado de Cote consta de dos recintos amurallados concéntricos. El exterior, a 300 metros aproximadamente de altitud, delimitaba la villa medieval, y el exterior, en cotas superiores, protegía el castillo.
Tanto en el recinto del castillo, como de la villa se detectan vestigios de hábitat, viviendas y abundante material arqueológico, especialmente cerámica.
La torre se alza sobre la meseta superior, sensiblemente horizontal, aunque con pendiente que permite la aproximación y acceso, y está rodeada por una muralla irregular de mayor potencia que la muralla de la villa, pudiendo conocerse su geometría y construcción por los restos que aún perduran aunque en estado avanzado de deterioro, y que sirven contención del terreno de la meseta.
La torre-capilla ha sido catalogada como torre tetrabsidal, siendo única en la arquitectura de la península ibérica. Su planta es cuadrilobulada, un cuadrado central al que se le han adosados cuatro ábsides. El espacio central está cubierto por una bóveda de crucería de aristas ocultas por arcos cruceros. Los ábsides están también cubiertos por medias bóvedas de características similares, en las que las dovelas de los arcos cruceros han sido labradas con nervaduras. El terreno queda nivelado por un zócalo con acabado de mampostería en el lado sur sobre el que se eleva el trazado de la torre.
El acceso se realiza entre los ábsides norte y este, estando la entrada acodada para proteger el interior, que sólo es perceptible en su totalidad una vez se ha avanzado prácticamente hasta el interior del edificio. El ábside oriental se distingue de los otros tres tanto por la presencia de la entrada que cubre una bóveda de medio punto de sillares labrados, como por desdoblarse para esconder entre sus hojas la escalera que permite ascender a la cubierta de la torre.
En interior de la torre destaca por su sobriedad, y está iluminado por cuatro ventanucos, uno en cada ábside, e indirectamente por el propio hueco de la entrada, contrastando su ornamentación de impostas y nervaduras con la potencia constructiva de su volumen percibido exteriormente.
Tanto en el recinto del castillo, como de la villa se detectan vestigios de hábitat, viviendas y abundante material arqueológico, especialmente cerámica.
La torre se alza sobre la meseta superior, sensiblemente horizontal, aunque con pendiente que permite la aproximación y acceso, y está rodeada por una muralla irregular de mayor potencia que la muralla de la villa, pudiendo conocerse su geometría y construcción por los restos que aún perduran aunque en estado avanzado de deterioro, y que sirven contención del terreno de la meseta.
La torre-capilla ha sido catalogada como torre tetrabsidal, siendo única en la arquitectura de la península ibérica. Su planta es cuadrilobulada, un cuadrado central al que se le han adosados cuatro ábsides. El espacio central está cubierto por una bóveda de crucería de aristas ocultas por arcos cruceros. Los ábsides están también cubiertos por medias bóvedas de características similares, en las que las dovelas de los arcos cruceros han sido labradas con nervaduras. El terreno queda nivelado por un zócalo con acabado de mampostería en el lado sur sobre el que se eleva el trazado de la torre.
El acceso se realiza entre los ábsides norte y este, estando la entrada acodada para proteger el interior, que sólo es perceptible en su totalidad una vez se ha avanzado prácticamente hasta el interior del edificio. El ábside oriental se distingue de los otros tres tanto por la presencia de la entrada que cubre una bóveda de medio punto de sillares labrados, como por desdoblarse para esconder entre sus hojas la escalera que permite ascender a la cubierta de la torre.
En interior de la torre destaca por su sobriedad, y está iluminado por cuatro ventanucos, uno en cada ábside, e indirectamente por el propio hueco de la entrada, contrastando su ornamentación de impostas y nervaduras con la potencia constructiva de su volumen percibido exteriormente.
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