El Servicio Provincial de Arqueología de la Diputación de Castellón
(SIAP) ha corroborado, a través de los estudios que está realizando en
la necrópolis de Los Cabañiles en Zucaina, el protagonismo que tenía la mujer en la creación y transmisión de los linajes en el siglo VII a.C.
De esta forma, este hecho, que hasta el momento sólo se había podido
confirmar en un yacimiento de Castellón (en la cueva sepulcral de la
Costa Lloguera), constata el dominio que existía por la feminidad en la
sucesión, formación y cohesión de un grupo social en la cultura íbera.
El diputado delegado del SIAP, José Pons, ha destacado que "nos ha
parecido muy interesante dar a conocer estos resultados coincidiendo con
la semana del Día Internacional de la Mujer para poner de manifiesto la importancia que siempre han tenido las mujeres en la sociedad castellonense,
ya en tiempos prehistóricos, y sumar un reconocimiento más a esa
relevante labor. Además, ha añadido que "estamos muy satisfechos del
trabajo que realizan nuestros arqueólogos, con Arturo Oliver encabezando
esa labor, para aumentar nuestro conocimiento colectivo como territorio
y como puesta en valor de unos recursos patrimoniales que pueden ayudar
a dinamizar la actividad turística de nuestros pueblos".
Cabe señalar que la necrópolis de Los Cabañiles en la localidad de Zucaina
es una zona de enterramiento de sepulturas del tipo túmulo. Tiene como
enterramiento principal y origen de ella, un túmulo donde se encuentran
los restos cremados de una mujer.
Los principales resultados de la investigación arqueológica apuntan a
que en torno a esta sepultura femenina se iban adosando otras donde se
depositaban los restos tanto de hombres como de mujeres, conformando una
unidad sepulcral diferenciada.
La información que han proporcionado estos enterramientos indica que era una mujer la que daba origen a una élite social
y, al igual que mientras esta mujer vivía se consideraba la unificadora
y el origen del grupo, así como la procreadora de sus diferentes
miembros que lo componían, después de la muerte la mujer continuaba
dando unidad a sus descendientes, y por tanto a la élite social,
manteniéndolos unidos entorno a ella en la necrópolis por tanto en la
vida 'del más allá'.
La necrópolis, a su vez, era un hito en el paisaje de la zona que
daba a entender a quien por allí pasara que las personas enterradas y
sus descendientes tenían derecho al control del territorio y de sus
riquezas. Unas personas, tanto las vivas como las muertas, que
descendían de un mismo origen, una mujer que había iniciado la élite
social de ese territorio y las mantenía unidas tanto en la vida como
después de la muerte.
Fuente: El Mundo
Fuente: El Mundo
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